ISAAC M. MOREHOUSE – EL CANDIL – AÑO IV – N° 203.-
La gente puede decir que odia los mercados, pero sus acciones indican lo contrario
¿Por qué no me preocupa que algún grupo de personas o el mundo entero estén «avanzando hacia el socialismo»?
Porque tengo ojos.
Mire donde mire -a cualquier estado, país, ciudad o región de cualquier cultura y lengua-, en cualquier lugar en el que haya estado o del que haya oído hablar, hay personas que revelan a diario su amor por los mercados. La gente de todo el mundo ama el libre comercio y sus frutos. Lo buscan. Lo encuentran incluso cuando los gobiernos intentan erradicarlo. No puede morir.
Enséñame a un manifestante y te enseñaré su armario lleno de frutos del capitalismo.
A la gente le encanta crear, intercambiar, producir, consumir, innovar, mejorar y buscar el progreso material y espiritual, la felicidad y el confort. En el lugar más remoto de la tierra, si allí viven seres humanos, habrá tiendas y mercados y algún tipo de comercio.
Dondequiera que el capitalismo tenga una onza de oxígeno o una pulgada de espacio, explota con una fuerza intocable por cualquier esquema bienhechor de violencia y control.
Muéstrame a un manifestante y te mostraré su armario lleno de los frutos del capitalismo. Muéstrame a una defensora del redistribucionismo, y te mostraré sus cuentas llenas de intereses. Muéstrame una turba revoltosa, y te mostraré un grupo de consumidores y productores que saltan a la mínima oportunidad de participar en un comercio pacífico e interesado.
Cuanto mayor sea el grado de libertad experimentado, más difícil será perder ese terreno más adelante.
No escucho mucho lo que dice la gente. La gente dice que ama muchas cosas que, cuando se apagan las luces, ignora por completo. Dicen odiar muchas cosas que, a puerta cerrada, les encantan. Una de las grandes lecciones de las ciencias sociales es que las etiquetas, las protestas, las causas, los discursos y los discursos de la gente revelan peor sus preferencias que sus acciones.
La gente dice muchas cosas sobre los mercados con palabras. Sin embargo, hablan con notable sencillez y uniformidad con los hechos. Esa voz grita, en todo el mundo, que los seres humanos no aman nada más que la libertad de perseguir pacíficamente su propio interés y disfrutar de los resultados de esa búsqueda.
Escucha sus acciones. Dales más de lo que quieren. Cuanto mayor sea la libertad experimentada, más difícil será perder ese terreno más adelante.
No te limites a decirle a la gente lo que pueden hacer los mercados. Muéstraselo.
Imagina. Cree. Construye. Y ve que no estás solo. Toda la humanidad te apoya, aunque a muchos les falte la claridad o el sentido común o la humildad para admitirlo con palabras.
Publicado originalmente en el blog del autor el 27 de febrero de 2018.