ÁLVARO RAMÍREZ - EL CANDIL AÑO V - N° 234
En ocasión anterior hablábamos de los empleados públicos como “profesión”. En este semestre se presentan cantidad de elecciones en Latinoamérica, para la escogencia democrática de miembros de las comunidades, que se postulan para ocupar posiciones desde las cuales ayudar al estado a administrar, adecuada y eficientemente, los recursos que todos los ciudadanos aportan para funcionar adecuadamente como sociedad.
Miles de candidatos se presentan para ocupar las posiciones de elección popular.
Dentro de la premisa de que todos los seres humanos buscamos de una u otra forma la satisfacción de necesidades personales, es de entender que los candidatos a “empleado público” buscan en forma legítima la satisfacción de sus necesidades, mediante su trabajo como servidor a la comunidad.
Todos esos candidatos a servidor público, por elección popular, o voluntad de un colega, son los llamados “políticos”.
POLITICO/A: Nombre Masculino y Femenino [persona] Que se dedica a la política, interviniendo o aspirando a intervenir en el gobierno de un Estado, comunidad o municipio.
RAE: Actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos
OXFORD: Ciencia que trata del gobierno y la organización de las sociedades humanas, especialmente de los estados.
Difícilmente creo que, alguien coloque en su hoja de vida como profesión: “POLITICO” aunque también creo, que nadie se anime a colocar como profesión: “Aspirante permanente a un empleo público”. Sin embargo, la realidad es que se trata de una actividad legítima que se ha convertido en una “profesión” que, como tal, supone unos conocimientos y habilidades para su ejercicio. En cualquier otra profesión normalmente a través de su descripción se puede definir los conocimientos y habilidades requeridas. En el caso de los políticos de profesión no es tan fácil, y no existe una credencial oficial o unas pruebas de conocimientos que lo avalen y autoricen el ejercicio de la labor de político.
Lo paradójico de lo descrito, es que todo el mundo sabe qué es y quién es un político, aunque sea muy difícil describirlo, como se hace con cualquier profesión, sin hacer simultáneamente una valoración de su actividad. En el caso de los políticos, probablemente por las continuas experiencias, se ha llegado a una concepción de su ejercicio, que frecuentemente y sin mucha duda, se valora como negativa. No es de extrañar que cualquier referencia a “políticos” sea con connotación negativa.
Y es que los diferentes empleos públicos requieren diferentes conocimientos y habilidades. ¿Un ministro de transporte o un magistrado de la corte o un fiscal o un concejal o un diputado o un senador o miembro de un consejo electoral o un alcalde, qué podrían tener en común como actividad y conocimiento? Como soporte a sus decisiones y aporte a soluciones, en cualquier cargo se requieren conocimientos específicos y habilidades, además de valores. Difícilmente alguien puede ocupar un cargo, solo con habilidades, o solo con conocimientos.
Ante las dificultades en la definición de esta “profesión”, creo que podríamos acercarnos a la comprensión, tratando de hacer algunas consideraciones. Normalmente una actividad reglamentada, una profesión, nace producto de una necesidad. Mecatrónica, Bioingeniería, Ingeniero de sistemas, Ingeniero aeroespacial… etc., han nacido de la necesidad del conocimiento aplicado.
¿Porqué, o a partir de cuales necesidades, ha tomado forma, (aunque sin reglamentar a pesar del tiempo transcurrido) la profesión “político”?
La “cosa pública”, la que involucra de alguna manera a toda la sociedad, requiere de la organización y funcionamiento armónico de todos sus miembros para suplir sus necesidades y hacerse sostenibles en el tiempo.
¿Qué necesita hacer una sociedad para hacerse sostenible? Pudiéramos mencionar las más conocidas, o sufridas, dependiendo del enfoque, por todos:
Sumar esfuerzos, en busca de un objetivo común. Entender el efecto del entorno, circunstancias y comportamiento de los miembros, en los resultados. Adoptar nuevas formas de funcionar y concertar soluciones a problemas comunes. Respetar los derechos de los demás. Administrar adecuadamente el producto de los esfuerzos comunes. Visualizar riesgos. Diseñar planes y ejecutar acciones tendentes a cumplir los planes. Responsabilizarse por los resultados de los planes adoptados y de las acciones ejecutadas. Adoptar medidas o mecanismos de funcionamiento transitorios ante circunstancias y riesgos para los miembros de la sociedad. Es comprensible que una sociedad con las necesidades anteriormente descritas requiere, además de la voluntad generalizada de hacerse sostenible, de unas capacidades coordinadas, para cubrirlas. Requieren, además de la participación de todos, el aporte y esfuerzo decidido de algunos, en forma de servicio, para lograr esa coordinación.
¿Que se necesita para intervenir en el gobierno y organización de la sociedad?
Además del conocimiento con cierta profundidad de las normas y valores que rigen la sociedad, se requiere de algunas habilidades:
Capacidad de socializar y despertar el interés de los miembros de la sociedad por temas que impacten su funcionamiento. Capacidad de motivar la participación, con ideas evaluación y propuestas, de los miembros de la comunidad, ante un problema o situación determinada que los afecte. Capacidad para integrar visiones contrapuestas o no, aportadas por los miembros de la sociedad (capacidad de sumar) Respeto por el conocimiento ajeno y capacidad de promover su utilización como aporte para obtener resultados favorables para la comunidad. Humildad para reconocerse como mandatario, es decir a la orden de su mandante, que es la comunidad a la cual sirve.
Creo que, con las dos listas, tanto de necesidades de la sociedad, como de habilidades requeridas para aspirar a ser mandatario, y emulando a cualquier empresa privada, se podría contratar a especialistas en identificarlas, para la selección de los candidatos a hacer la exigente tarea: ejercer como POLITICOS.
Si se identifica un aspirante a ejercer la tarea, proclive a acudir a ventajas como el engaño, a practicar el fraude para lograr sus objetivos y no los de la comunidad, y hasta inclinado a utilizar las armas no legales; Evadir su responsabilidad por acciones unilaterales sin el genuino respaldo de la sociedad; Promover la división de la sociedad para enfrentar a unos contra otros; Practicar la egolatría asumiendo ser el poseedor de la verdad; Dilapidar en veleidades y ejercicio de la egolatría, los esfuerzos y recursos en general aportados por los mandantes. Identificar a alguien con ese perfil, es detectar que no estamos ante un POLITICO, estamos ante un bandido que a fuerza de vivezas aspira a ejercer la POLITICA, sin serlo.
Recuerdo un canciller de un país vecino que se disfrazó de político toda su vida y cuando le nombraron canciller, muy autosuficiente declaró a la prensa que no se requería hablar inglés para ocuparse del encargo. Probablemente para que lo nombraran no figuraba en los requisitos del cargo y no se apreciaba bajo el régimen de un colega parecido a Él, pero para ejercer bien y representar con éxito a un país y su sociedad, es muy importante tener la capacidad de comunicarse en esa lengua, o tener la humildad de reconocer que no lo puede hacer.
Estemos claros. Nuestras sociedades deben empezar a desarrollar la capacidad de reconocer a aquellos que, vista las listas, realmente necesitamos para darles el mandato, los verdaderos POLITICOS.
Los bandidos, sobran.
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.