VALORES – ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 161.
Hace algunos años se puso de moda una campaña publicitaria que invitaba a PRUDENCIA a acompañar a los ciudadanos. Una campaña asociada a evitar estar al descubierto en eventos indeseados. Asegurarse para evitar los malos resultados de esos eventos.
Nuestro mundo en los últimos años se ha visto expuesto a eventos impactantes. No improbables, pero si altamente indeseados para la humanidad. Con impacto mayormente negativo, aunque también con su carga de aprendizaje, que entre otras cosas nos ha hecho poner los pies sobre la tierra sobre la vulnerabilidad del ser humano, a pesar de las cosas tan grandes que ha logrado a lo largo de su existencia, en la mayoría de los órdenes de la vida. Hoy, no es extraño ver en las noticias en tiempo real, eventos definitivamente no solo perturbadores, sino que también atentan contra la misma existencia de los seres humanos. Podemos hablar de fenómenos naturales, de accidentes, de hechos aparentemente inexplicables, pero también de eventos causados voluntariamente por seres humanos. Inundaciones, erupciones de volcanes, incendios masivos de bosques, pudieran caer en la primera categoría. Accidentes de aviación, colapso de infraestructuras, caída accidental de sistemas de comunicaciones mundiales, pudieran ubicarse en la segunda categoría. Desaparición de aeronaves, cierre accidental de vías de navegación importantes, generación y propagación de un virus letal, podrían catalogarse entre los hechos aparentemente inexplicables. La última categoría, la relacionada con hechos voluntarios de los seres humanos, probablemente sea la que merezca últimamente más la atención de la sociedad. Estamos hablando de potenciales errores o peligros nucleares, de la invención y demostración amenazante de nuevas armas de ese tipo, de la ejecución de genocidios, cualquiera de esos tres ejemplos, con la potencialidad de borrar la humanidad de la faz de la tierra y en grado menor, en otros casos como la incitación a la rebelión, guerra o amotinamiento, a la destrucción de infraestructura indispensable para el desarrollo de las actividades económicas de grupos importantes de seres humanos, o hasta la destrucción total de ciudades. Todo lo anterior sujeto a la voluntad de algún individuo o grupo de individuos que la pueden ejecutar cada vez más fácilmente apoyados en la tecnología para operaciones remotas, comunicaciones o hasta infraestructura espacial.
En el pasado no tan lejano solo era ciencia ficción la que presentaba la posibilidad de un grupo de individuos amenazando a la humanidad con desaparecerla si no se cumplían sus designios. Afortunadamente siempre llegaba el superhéroe que hacía abortar la operación a cambio de una condecoración de la reina como agente. Nadie en su sano juicio pensaba que pudiera existir personajes con esta intención aparentemente demente, de poner en riesgo el mundo en su totalidad. Lamentablemente no es la situación hoy en día. Esos personajes tienen un séquito dispuesto a apoyarlos y ayudarlos, no solo como seguidores que alguien pudiera tildar de ignorantes o “útiles” sino como representantes de alto nivel en organismos que pretenden existir para hacer posible la convivencia y supervivencia de la especie.
En ese pasado todo el mundo entendía el mensaje de PRUDENCIA, de cuidado, con los efectos devastadores de acciones riesgosas para la sociedad. No se concebía una mala intención así de flagrante y hasta extendida. Alguien podía pensar hasta en locuras localizadas, pero no en algo que no fuese posible tratar de cubrir con un poco de PRUDENCIA en el accionar. El léxico se esta quedando corto, cuando aún hoy en día algunos organismos y sus representantes emiten comunicados manifestando su “preocupación”, o “rechazo”, o “desaprobación” a sus compañeros de asiento en las comisiones rectoras y le piden PRUDENCIA a algunos personajes. Los organismos y cortes, con su respeto al sagrado “libre albedrio’ y voluntad de los pueblos solo podrán grabar los acontecimientos, para juzgarlos con paciencia, un millón de muertos o desplazados después, o inclusive para correr el riesgo que no haya, más tarde quien los pueda evaluar por desaparición de “la especie”.
Soy, aunque con estas líneas probablemente alguien crea lo contrario, un firme creyente de la democracia, de los derechos de los seres humanos, del respeto a la individualidad, de la libre voluntad de los pueblos, de la responsabilidad por las acciones cometidas por cada quien. Sin embargo, siento que estamos llegando a un terreno desconocido que pretende con las herramientas del pasado manejar los problemas del “futuro”. ¿De qué otra forma se puede interpretar que alguien con sus seguidores esté dispuesto a acabar con países enteros y sus ocupantes porque vislumbra un mundo que funcione según su concepción y creencias personales y tiene la capacidad bélica para exigirlo? ¿O un movimiento religioso que por sus respetables creencias esté dispuesto a acabar con quienes no las compartan y no haya forma de detenerlos? ¿O que haya alguien dispuesto a acabar con el pulmón del mundo y no hay forma de impedirlo porque está dentro de sus fronteras? O alguien, más cercano, que está dispuesto a acabar con un próspero país porque quiere ensayar teorías revolucionarias, ¿aunque deba acabar con una generación entera? ¿O alguien que necesite la reelección indefinida para cumplir sus sueños y para lograrlo encarcele o elimine a sus posibles contendores?
El mundo hoy en día con su globalización propende a la mejora en los canales de comunicación, producción, cadenas de abastecimiento y cultivo de la competencia independientemente de donde se produce y donde se consumen los bienes y servicios. Las empresas con su afán de eficiencia y captura de nuevos mercados, han convertido el mundo en una aldea, apoyados en las velocidades que han logrado en las cadenas de abastecimiento. La dependencia de productos de origen cada vez más remotos para suplir una necesidad, no ha sido obstáculo para hacerlo en forma competitiva con base en la sincronización y eficiencia de las cadenas de abastecimiento. La programación de ocupaciones de buques intercontinentales en días, los aviones y trenes en días, y el vencimiento de productos refrigerados viajando entre continentes en termino de horas desde su recolección, han logrado esa aldea global y siguen proyectándose cifras de crecimiento y mejora. La tecnología que ya hoy aplica hasta la inteligencia artificial a esas cadenas de abastecimiento ha sido un aliado incondicional de esa empresa.
Los eventos inesperados y especialmente aquellos que dependiendo del libre albedrio de algunos seres humanos y de su voluntad y capacidad de destrucción, son la barrera que puede impedir el progreso y crecimiento de la humanidad basado en el entendimiento de los pueblos. De qué vale la capacidad creativa, el empuje, la disciplina, la coordinación, y la suma de esfuerzos en la persecución de objetivos, si todo eso está expuesto a la interpretación sesgada de “sagrados derechos” como el sagrado derecho a la rebelión, a evitar el trabajo de otros, o a convocar a la destrucción, o a obligar a otros a ver y aceptar su forma de ver el mundo. ¿Tendremos que seguir “solicitándole” o “manifestándole preocupación”, o “pidiéndole el favor” de dejar trabajar, a algunos lideres, por lo general no hombres o mujeres de empresa, sino “servidores o aspirantes a servidores públicos”?
Pareciera que si seguimos en esa senda pronto tendremos que recurrir nuevamente a la aceptación que el mundo no puede ser “global”. Que no se puede recurrir a la cooperación productiva entre diferentes sociedades para bien de la humanidad, independientemente de las diversas creencias religiosas y alrededor de principios éticos. Que probablemente ya tenemos que recurrir a no confiar y evitar hacernos dependientes de otros. A acostumbrarnos a vivir nuevamente en un archipiélago de sociedades ejerciendo su mayor desconfianza de unos en otros, y buscando lo mejor encerrados en fronteras, como cercos para la búsqueda de la autosuficiencia. Ya podemos ver como nuevamente se establecen las protecciones arancelarias, las barreras mayores a la movilidad migratoria, la ilusa independencia y soberanía total de grupos distribuyendo pobreza en vez de buscar la riqueza para sus sociedades con la integración. Ya hay movimientos a raíz de los acontecimientos como la pandemia y la guerra, que están llevando a mercados integrados como la comunidad europea a lo que ahora se denomina “Inshoring” que no es más que tratar de desarrollar mecanismos de suministro cercano para no depender de la logística basada en la voluntad no necesariamente económica y de crecimiento, de otros. Ya no es cuestión de evaluación de variables tangibles retadoras por la aplicación de esfuerzos creativos y productivos. Es empezar a darle en las matrices y escenarios para la toma de decisiones un peso muy importante a los posibles comportamientos enfermizos y destructivos. Es retomar la línea iniciada a raíz de los atentados terroristas de hace algún tiempo, de adaptarnos y crear la infraestructura de controles, revisiones, alcabalas y múltiple legislación restrictiva, que se hace presente en el costo de cada uno de los bienes o servicios que necesitamos. Es prepararnos para que sigan surgiendo y soportando, “lideres” destructores y nocivos a la humanidad y como tal adaptarnos a la falta de ética y violación a la dignidad humana por la incapacidad de crear mecanismos que los frene.
Leyendo las informaciones hay movimientos que con toda fuerza están tratando de impulsar derechos absolutos, como la libre expresión, la libre empresa, el libre albedrio, pero también la aceptación de la atracción por menores y pederastia. Por otra parte, también con mucho apoyo y voluntades que se unen cada día, hay posiciones que casi que pretenden que la única forma de convivir es que no haya ningún tratamiento a los seres humanos, asociado a sus capacidades, méritos o responsabilidades. Extremos que, según los intereses de grupos, a veces circunstanciales, se mezclan o rechazan más allá de cualquier concepción de valores éticos.
Estaría totalmente de acuerdo en la cautela ante fenómenos naturales y accidentes. Lo que no creo que deba ser patrón de la humanidad es condicionar su evolución y supervivencia a la voluntad y “libre albedrio” de voluntades individuales como lo estamos viviendo.
¿Habrá llegado el momento de apoyarnos en realidades históricas y no en narrativas creadas por intereses grupales, y volver al pasado para encarar el futuro en forma más segura? ¿Habrá llegado el momento de empeñarnos de verdad en encontrar vías de convivencia que logren reducir al mínimo en forma efectiva la repetición de acciones flagrantes y amenazas contra la humanidad? ¿No debemos rescatar la declaración universal de los derechos humanos de 1948 de la ONU y darle vigencia con toda la fuerza que requiere la humanidad para sobrevivir? ¿Qué piensan tus lideres? ¿Derecha, Izquierda, Revolución, Capitalismo? ¿Jingles de venta? ¿Narrativas acomodaticias? ¿Genocidios Reales? ¿Capitalismo?
¿Lograremos nuevamente el momento en que solo con los llamados a la PRUDENCIA podamos sobrevivir?

BOGOTÁ – COLOMBIA.
