EL CANDIL – AÑO III – N° 113
Observando lo que viene sucediendo en nuestros países, no hay duda de que a la mayoría nos despierta preocupación. En mi caso, creo que hay cosas aparentemente inexplicables que me motivan a tratar de hacer por lo menos un pequeño análisis.
Me parece inexplicable que un pueblo como el venezolano tenga más de 20 años desmejorando sus condiciones, sin cambiar la tendencia.
Me parece también inexplicable que parte del pueblo colombiano acepte, justifique y hasta apoye, acciones como la de incendiar una estación con policías dentro y el asalto a supermercados.
Otro pueblo suramericano, aplaude que un “líder” ordene cercar una ciudad sin comida hasta que piensen como El, y que además impida que el oxígeno llegue a pacientes necesitándolo para sobrevivir.
Otro pueblo, el de mejor ingreso per cápita de Suramérica por cierto, considera en su mayoría, que era necesario quemar iglesias y vivir casi un año sin transporte público aceptable, con tal de lograr la promesa de redactar una nueva constitución, porque la anterior no le servía.
En el caso específico de Venezuela y Colombia, que he vivido de cerca, y oyendo expresiones, comentarios, y a formadores de opinión, surgen palabras como, “el pueblo está cansado”, “indignación”, “insoportable”, “no podemos hacer nada”, que por un lado tienden a explicar conductas asesinas y por otro a aceptar como imposible de cambiar, situaciones que pueden conducir a la desaparición de todo un pueblo. Pareciera que en ambos extremos la creencia popular justifica que “fuerzas superiores” son las responsables por dirigir el comportamiento.
La creencia popular, como algo cultural está relacionado con formación y se transmite desde la cuna. Se divulga como “sabiduría popular” y se reconoce, promueve, premia y refuerza de generación en generación. Una característica de las creencias y sabiduría popular es que están estrechamente relacionadas con los VALORES, de allí que estos terminen siendo los moderadores del comportamiento de los pueblos. Son entonces esas, las “fuerzas superiores” que marcan el camino de los pueblos hacia su destrucción o progreso. Una manifestación sencilla pero poderosa de los VALORES a través de las creencias, son los refranes populares. Ilustración perfecta de creencias populares.
Ejemplos de refranes populares y su interpretación:
“A MI NO ME DÉ, PONGAME DONDE HAYA”: Yo sé cómo tomar las cosas, aunque no sean mías.
“LAS COSAS NO SON DEL DUEÑO SINO DE QUIEN LAS NECESITA”: El derecho de propiedad no existe.
“RIO REVUELTO GANANCIA DE PESCADORES”: En la anarquía yo tengo derecho a apropiarme de lo que sea.
“EL “VIVO” VIVE DEL BOBO Y EL BOBO DEL TRABAJO”: No tengo que trabajar, si sé a quién robar.
“EN LA GUERRA Y EN EL AMOR TODO SE VALE”: El fin justifica los medios.
“ACTA MATA VOTO”: No importa la opinión del pueblo, si puedo robarme la elección.
“SUERTE HAS DE TENER QUE EL SABER NADA TE VALE”: Saber no sirve para nada, si tienes suerte.
“LOS NIÑOS VIENEN CON SU PAN DEBAJO DEL BRAZO”: Tu no eres responsable por tus hijos.
“COMO VAYA VINIENDO VAMOS VIENDO”: La previsión y planificación no valen la pena.
“EL QUE DÉ PAPAYA PIERDE”: Si alguien se descuida, tengo derecho de robarlo.
“GENIO Y FIGURA HASTA LA SEPULTURA”: Yo no tengo porque mejorar, así soy y me deben aceptar.
“QUIEN PECA Y REZA EMPATA”: Si yo digo que me arrepiento, puedo seguir haciendo lo que sea.
“LO IMPORTANTE ES EL CARTON”: El conocimiento no es importante, lo importante es el diploma.
“DIOS PROVEERA”: Dios está obligado a suplir mis necesidades porque Dios es bueno.
Seguro Ud. conoce otros que ilustran lo dicho. También seguro que al leerlos Ud. los identificó como lo que son, reforzadores de antivalores. Campañas enteras publicitarias de políticos y productos, se basan en estas creencias y utilizan cualquier mecanismo para reforzarlas, con tal de obtener los resultados que persiguen: Utilizar el poder de destrucción del pueblo en su beneficio, en vez de aprovechar su capacidad de construir.
¿Se podrá luchar con algo tan fuerte como la “Sabiduría Popular”? Solo con las mismas herramientas. ¿Qué tal si dedicamos un esfuerzo a identificar, o crear refranes, que ilustren la bondad y conveniencia de verdaderos VALORES? Positivos, que premian el esfuerzo, la dedicación, la responsabilidad, la disciplina, el respeto, la honestidad… en fin lo que una sociedad necesita para asegurar su crecimiento. La meta inicial sería crear un catálogo que pueda ser divulgado sistemáticamente y desde la etapa temprana de las generaciones venideras. ¿Se anima Ud. en esta época de pandemia a ayudar a proponer estas píldoras vacuna, contra antivalores arraigados? EMPECEMOS, VALE LA PENA:
Bogotá – Colombia

«Como va viniendo, vamos viendo», máxima filosófica de Eudomar Santos, personaje principal de una famosa telenovela venezolana «Por estas calles»; refleja la cultura instalada en la dirigencia política venezolana, puesta en práctica durante cuarenta años del período democrático, la cual demuestra la ausencia total de planificación y visión de país próspero. Esa visión, esa cultura política, o el resultado de esa ausencia de todo, la vemos en el urbanismo, o mejor dicho, en la usencia total de una política de urbanismo, de planificación urbana, de paisajismo, del arte, de la armonía, del orden. Lo que tenemos son ciudades caóticas, donde cada cual hace y deshace como les da la gana. Otro tema cultural que pasa desapercibido, porque ya forma parte de nuestra forma de ser, son las famosas «piñatas». Con ese inocente jueguito enseñamos a nuestros hijos que las cosas que vemos en el suelo las podemos tomar y eso esta bien. Eso nos crea un hábito, que cualquier cosa que vemos abandonada en un parque, en una silla o en cualquier lugar, nos lo podemos apropiar. Muy bueno este artículo porque da mucho para analizar y reflexionar. Saludos. Freddy Riera