ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 226.-
En esta semana fue la Cumbre Amazónica de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) conformado por 8 los países de la Amazonía en Brasil. El resultado, la “voz de la región amazónica», será llevada a la COP28, evento sobre cambio climático que se realizará en Emiratos Árabes en el mes de noviembre. En los diferentes discursos de los representantes de los 8 países que la conforman, se abordaba el diagnóstico del impacto de la Amazonía y de la situación de deterioro a que ha venido siendo sometida por el hombre. De lo que está registrado y lo que fue resaltado mediante estadísticas de cada país en el foro, efectivamente sale a relucir que nos estamos jugando el futuro si no tomamos las acciones adecuadas respecto a ese pulmón del mundo. Alguno de los asistentes en su discurso se atrevió a decir y lo sostenía con estadísticas que no estamos hablando del pulmón sino del corazón del mundo. Lo lamentable es que en estas reuniones eminentemente políticas, siempre salen a relucir las palabras que los lideres siembran, y terminan tratando de llegar a acuerdos, aunque hablándose con los términos polarizantes, desobligantes y en tono pendenciero que ya se conocen: Ricos, Pobres, Imperios, El Capitalismo, El Neoliberalismo, Soberanía, Derecha, Progresistas, Explotadores, Indígenas, y por ende, buenos y malos, ellos y nosotros. Se llegó a hablar de la defensa por las armas de la Amazonía, lo mismo que de la defensa de los ricos con las armas frente a los pobres. Hasta donde percibí en los discursos del primer día no escuché hablar de acordar, de sumar.
También leía en estos días, a propósito del temor creciente por el futuro del planeta, un mensaje de los que circulan en las redes, que, en medio de su contundencia, aunque con simplicidad casi infantil, me despertó la necesidad de elaborar sobre lo que estamos viviendo y sembrando: Hoy eres el producto de tus acciones del pasado y en el futuro serás el producto de tus acciones hoy.
En medio del marco anterior y de las noticias sobre eventos extremos que están sucediendo en el mundo, creo que nos pasa como en el mundo antiguo: “Todos los caminos conducen a Roma”. El conocimiento es la clave para sobrevivir.
Como decía Stephen Hawking, el gran físico teórico fallecido hace poco: confiar mucho en la tecnología, aunque sea probable que tengamos que salir a buscar otros mundos para vivir.
¿Cuán avanzado estará Elon Musk, representante del capital privado, (“just in case”), en cuanto a la exploración de Marte y la nueva estación en la luna? y la reforestación de la amazonia? ¿Y los viajes de exploración al polo sur?
¿Estamos hablando solamente del conocimiento técnico? Creo que los mismos eventos actuales, nos están demostrando algo más. Necesitamos conocer cómo convivir. Ya sabemos hasta cómo destruir el mundo pulsando un botón. Necesitamos aprender a como no jugar a pulsarlo.
A partir de allí, es fácil empezar a pensar en lo mandatorio de la capacitación de nuestra sociedad, como el medio de garantizar un aporte cada vez mayor a las necesidades y retos que nos presenta el mundo, y la necesidad de vivir, compartir y convertir esos retos en oportunidades de progreso, generando soluciones. Sin embargo, al llegar a la internalización del reto, creo que ya no estamos hablando de la necesidad de capacitar. Estamos hablando de la necesidad de formar.
La inteligencia hace a los seres humanos responsables por sus acciones. Los animales no se educan, se entrenan para obedecer a estímulos u ordenes, como por ejemplo los loros, que hasta hablan. No entrenemos nuestros niños. Así pueden surgir hasta los terroristas suicidas (¿nos acordamos del 11 de septiembre?) dirigidos por lideres que los incitan, dotan y convencen, que no son responsables. Con adoctrinamiento, un joven secuestrador puede creer que el culpable del asesinato es quien no paga el “impuesto”. Eduquemos nuestros descendientes. Es la única salida para un mundo mejor, no los entrenemos o adoctrinemos.
¿Entrenando, adoctrinando, podremos llegar a soluciones globales? Hablando del capital como demonio y del mundo rural como el modelo, en medio de la política y de la necesidad de investigación y desarrollo, ¿podremos volver al edén? El ejemplo de esta semana no puede ser mejor. El mundo no va a poder vivir sin la Amazonía, (ni el hielo de los polos) pero tampoco podrá llegar al futuro sin el capital que necesita cada vez más para la innovación y desarrollo. ¿Nos ponemos de acuerdo? o seguimos hablando de buenos y malos?
Pepe Mujica, respetable líder, expresidente uruguayo, decía en una entrevista, que el consumismo nos está matando, pero no podemos vivir sin él. Hoy eres el producto de tus acciones del pasado y en el futuro serás el producto de tus acciones hoy.
¿Cuál es el perfil del hombre de ese futuro que ya tenemos aquí? ¿El técnico conocedor de las cosas que no hemos inventado? O el investigador y negociador que, basado en el conocimiento actual, en las herramientas de investigación y en los valores que le permitan interactuar, sumar y encontrar soluciones, pueda efectivamente capitalizar la globalización tan vilipendiada pero inevitable, como contraste a la atomización de paisitos y paisotes soberanos, pero muriéndose.
Es necesario formar en la disciplina de la investigación permanente a nuestros jóvenes. No es el estudio académico de 12 o 15 años. Es la investigación y aprendizaje permanente, toda su vida, porque el desarrollo tecnológico no se detiene y pudiera salvarnos. Pero es también la participación temprana en actividades comunitarias, el aporte a su sociedad de vecinos, el respeto por la forma de pensar de los demás, la responsabilidad por sus decisiones, la disciplina para cumplir sus compromisos, el análisis de la historia, la visión económica global, los aciertos y desaciertos de nuestras fragmentadas sociedades en el marco de un mundo que se está volviendo aldea y donde hace tiempo se ha debido dejar de pensar en reyezuelos soberanos de vereda. Esos reyezuelos que si les tocan el ego pudieran llegar a contaminar la cabecera de un rio y acabar con su vida y la de aquellos que de él dependen, o la de otros que son capaces, si se irritan, de volar un puerto o una central nuclear.
A pesar de las medidas que han venido tomando las empresas y países para mitigar un poco el impacto, no hay vacuna contra la globalización, después que los avances tecnológicos acabaron con las diferencias horarias y el mundo todo funciona 24 horas.
¿Y quién va a formar esa nueva generación? ¿Cuál es el perfil de los maestros de ese hombre del futuro que ya es hoy? ¿Serán los lideres de las federaciones politizadas que ambicionan que sus muchachos los apoyen en su ascenso al poder para acabar con el capitalismo, repartiéndolo y no invirtiéndolo inteligentemente? ¿Aquellos que entrenan a sus pupilos en las escuelas de pedagogía en la necesidad de destrozar sus instalaciones, laboratorios, sedes y medios de transporte para tomar el poder y salvar el mundo? ¿O aquellos que transmiten que la forma de cambiar la ley es violándola? ¿Este es el PROFESOR que necesitamos?
Se busca PROFESOR, pero no el descrito anteriormente.
¿La curiosidad se cultiva? Necesitamos ductores, cultivadores de esa curiosidad. ¿Formamos a nuestros jóvenes del futuro para que con esa curiosidad logren cosas nuevas y contribuyan y se adapten a los desarrollos de otros, en medio de los valores de que hablábamos anteriormente, pero además practicando la humildad, aceptando que nadie es dueño de la verdad absoluta y que solo sumando se construyen respuestas? Respuestas en medio de un mundo virtual, que dejará de existir si no encontramos y acordamos las soluciones y la energía sustituta, a tiempo para evitar que desaparezca el mundo real.
Empezamos a diseñar y apreciar el rol modelo que verdaderamente necesitamos? o.. ¿Seguimos ensayando y premiando “lideres” radicales, revolucionarios, dueños de la verdad, complemento de tutores similares producto de la omnipresente polarización?
El reto es grande. ¿Dónde encontraremos los profesores? Esos, llamados a jugar un rol protagónico como modelos de seres integrales por su comprensión y conocimiento de las etapas de formación, investigadores incansables tanto del comportamiento humano como de la ciencia, capaces de guiar a nuestros jóvenes por los difíciles vericuetos del ser, y no pretender parecer, y sin embargo, capaces de disfrutar de las cosas alcanzadas con esfuerzo, así sean simples. Reconozcamos y apreciemos estas características y probablemente superaremos el reto, porque aparecerán.
Álvaro Ramírez
Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan. Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.