ENFOQUE LIBERAL – EL CANDIL – AÑO IV – N° 169.
Uno de los eslóganes más repetidos por quienes se oponen a los postulados de la libertad económica es aquel que dice que «los ricos se hacen ricos a expensas de los pobres», dando a entender que la riqueza es un todo limitado, como un pastel del cual unos toman una porción más grande o pequeña que la de otros.
Pero tal afirmación yerra catastróficamente al ignorar el hecho de que la riqueza se genera a través del trabajo y el libre intercambio, siendo los bienes de uso y consumo los elementos que la constituyen y no así la cuantía de masa monetaria; si únicamente fuese lo último la condición necesaria, un país que se dedique a emitir dinero fiduciario de manera indiscriminada sería inexorablemente rico, pero los hechos demuestran que no es así.
Del mismo modo en el que un estudiante es exitoso gracias a su esfuerzo y dedicación por el estudio y no por la desidia de aquellos que no desean estudiar, o el deportista exitoso que obtuvo los premios que ostenta como fruto de su preparación, disciplina y perseverancia y no porque sus colegas no se hayan desarrollado a ese nivel, así también alguien dedicado al comercio solo puede lograr el éxito honesto si actúa racionalmente, aplicando las estrategias y métodos adecuados y siendo disciplinado y perseverante.
Aquellos que obtienen riqueza por medio del fraude o la amenaza, no son exitosos, sino meros miserables que requieren parasitar a sus semejantes para poder subsistir como ejemplares de una especie subhumana.
Ningún individuo exitoso en los negocios le debe su éxito al fracaso de otros. Ningún rico le debe su riqueza a la pobreza de otros. Nadie tiene que cargar con culpas inmerecidas por practicar la virtud de la productividad y con ello mejorar su condición de vida.
En consecuencia, la caridad no es una obligación, como tal, de los ricos ni de nadie que se encuentre en una mejor condición económica que sus semejantes, más su voluntaria puesta en práctica no le resta dignidad a quien la efectúa.
En virtud de que la riqueza se produce a través del trabajo e intercambio del producto de ello, la precondición necesaria para contrarrestar la pobreza no es la intervención gubernamental en la economía ni la caridad forzada ni la entrega de subsidios, sino la libertad económica que le brinde a todos la oportunidad de mejorar su condición a través del uso de sus capacidades, al mismo tiempo que estos, al lograr un mejor estatus, pueden ayudar a otras personas sin tener que recurrir a ningún tipo de sacrificio.
NOTA DEL EDITOR: Artículo publicado originalmente en la página «Enfoque Liberal» y es compartido en «El Candil» con autorización de su administrador y autor.