ROBERT RACHEWSKY – EL CANDIL – AÑO V – N° 215.-
Hay una propensión de la mayoría de las personas al autoengaño. Son condescendientes en el análisis del carácter de los demás. No aplican la virtud de la justicia y no vinculan los hechos con los deberes.
El hecho de que alguien sea y actúe de una manera implica necesariamente el deber de esa persona de seguir su conducta o modificarla totalmente de acuerdo con el estándar de moralidad que lo guía.
La gente espera que Lula haga un gobierno diferente en este tercer mandato, porque habría aprendido de sus errores. Autoengaño. Están juzgando a Lula con sus parámetros morales, cuando el estándar moral de Lula, que guía sus acciones, no es compatible con el de los seres humanos normales. Lula no actuará de acuerdo con las expectativas de aquellos que se engañan a sí mismos.
Lula tiene integridad y coherencia con su carácter arbitrario, autoritario y hedonista, que busca la felicidad pisando a los demás con el poder que tiene, que utiliza con placer. «¡Oh! Se equivocó en tal cosa, pero ahora debe haber aprendido», dicen. Se equivocó en la opinión de quienes piensan que el objetivo de la acción de Lula era el beneficio del pueblo o de la nación.
Cada acción gubernamental emprendida por Lula tiene a él y a sus compinches como beneficiarios, nadie más. Mientras se beneficie de obras faraónicas que nunca terminan, que no sirven de nada o que son locas en relación costo/beneficio, continuará gastando.
Lula no malgasta nuestro dinero porque comete errores. Él desperdicia nuestro dinero, porque entonces se hace rico. Lula no se alía con Putin, Maduro, Ortega, los ayatolás de Irán, los terroristas de Hamas, los herederos de la tiranía cubana, porque se equivoca diplomáticamente. ¡No! Lula se alía con los peores de nuestra especie, porque son sus iguales. Lula no puso en la Corte Suprema a los ministros que puso por su notorio conocimiento legal y reputación intachable, Lula puso allí a sus abogados, quienes, en el momento adecuado, cuando los brasileños, con un estándar de moralidad totalmente diferente al suyo, se equivocaron pensando que Brasil se salvó, fueron sorprendidos por Lula exonerado y elegido.
Seamos justos, Lula no es bueno para ser su presidente. Él no aprende como te gustaría que aprendiera de todos los actos que consideras incorrectos. El gobernante con el que Lula mide su éxito no es el suyo. Entiendan de una vez por todas, Lula es lo que es; Y todo lo que hace, sigue su propio estándar de moralidad, incondicionalmente. Nadie puede actuar en contra de su naturaleza. Lula no comete errores, quien comete errores eres tú quien espera algo que Lula nunca puede ofrecer. Ofrecer puede, pero nunca puede cumplir. Ofrecer y no entregar también es parte del estándar lulopético de moralidad. Pequeño amigo, sé virtuoso, no te equivoques, sé honesto contigo mismo y justo con Lula. Acepta quién es y deja de dejarte engañar por tu propia mente, que insiste en evadir la realidad objetiva
Robert Rachewsky
Empresario y columnista
Lamentablemente eso no solo ocurre en Brasil, sino en toda Latinoamérica con alguna extraña excepción. Gracias