Subsidio: ¿inversión o suicidio?

ÁLVARO RAMIREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 219.-


Es interesante ver como después de muchas campañas y tiempo de discusión y polarización, hay un tema que casi siempre está presente en esas campañas y selección de mandatarios de nuestros países. América en general. Se asocia en medio de la omnipresente polarización, a la simple caracterización de derecha o izquierda en medio de las acusaciones mutuas de error, al pensamiento diferente del otro. Lo que pareciera un nombre descriptivo de un perfil inconfundible, se convierte en epíteto que su oponente utiliza con ánimo insultante normalmente asociándolo a alguna palabra descalificadora. Derechista esclavista. Izquierdista flojo. O… Recalcitrante, aplicado indiferentemente a las dos. Ese tema es la generación y distribución de la riqueza. Realmente un poco complejo partiendo de la base que aun el termino riqueza no es uniformemente comprendido.

Es innegable la presencia en toda América de ciudadanos con niveles de pobreza que no les permite siquiera cubrir por sus propios medios sus necesidades básicas.  Esa masa “target”, como diría un experto en mercadeo (político o comercial, casi lo mismo), además de mostrar avidez colectiva por escuchar propuestas de oportunidades para superar su condición inmediata, también espera que le sea posible con esas oportunidades, alcanzar un nivel de sostenibilidad en el tiempo.

Por otro lado, siempre existirá un grupo de componentes de esa sociedad que cree o proyecta la creencia, de ser capaz de lograr, con el debido apoyo, oportunidades para, los miembros de la sociedad, aunque probablemente con algún orden de prioridades. Para ello y en medio de su “apostolado”, utiliza el convencimiento de la necesidad de lograr el mayor respaldo posible, para lograr las ansiadas “OPORTUNIDADES PARA TODOS”

Toda clase de palabras con ínfulas de santificación, como solidaridad, comprensión, compasión; o fortaleza, como combativo, guerrero, digno, aplicados a la masa impersonal compuesta por entes individuales con capacidad de decisión, encubren el reconocimiento que cualquiera con información, educación y capacidad de análisis básicos, (cualquier ser normal racional) puede entender que es virtualmente imposible de lograr: “IGUALDAD TOTAL DE LOS SERES HUMANOS.

El reto, (como en las matemáticas “La función objetivo”) es la optimización de la riqueza colectiva.

Cómo recolectar y distribuir el producto del esfuerzo y hacer productiva esa masa que tiene dificultades para responsabilizarse por su propia supervivencia, en un mundo donde es imposible para cualquiera, sobrevivir aisladamente.

Paso importante es lograr hacer productivo el esfuerzo de la mayor parte de los miembros de sociedad.

Otro aspecto es identificar aquellos que no tienen la posibilidad de sumar su capacidad al esfuerzo productivo de la sociedad y los motivos.

En un mundo estático donde la demanda total de bienes y servicios se mantuviese constante, una opción sería distribuir (igualitariamente) el resultado de los beneficios de la producción (aunque no el esfuerzo productivo) para lograr la ansiada meta que todos los miembros del grupo social tengan capacidad de sostenerse, aunque el crecimiento sea cero.

Por otro lado, en el perfil de las sociedades con algunas variables, como la cantidad de miembros y su deseo permanente de mejorar el nivel de vida, la demanda será creciente y como resultado, aumentar la capacidad de producción será necesario, si se desea mantener el equilibrio y no decrecer.

Sin ser economista y solo apelando a la lógica simple, en cualquier comunidad que aspire a ser sostenible en el tiempo (familia, urbanización, ciudad, o país), el dilema general macro, podría plantearse en forma elemental, pero ilustrativa, como:  

Disminuir las cargas a quienes producen para que inviertan, crezcan y demanden más bienes y servicios, vs. aumentar sus cargas hoy y “distribuir los beneficios entre más, aunque toque de a menos”, sin crecer.

Se debe tener en cuenta que el aumento de la capacidad de producción está asociado directamente a la inversión y su capacidad de respuesta. Esa inversión a su vez debe derivarse de la capacidad productiva de la comunidad y como complemento, debe ser competitiva y oportuna para que se convierta en beneficio real.

Si se requiere infraestructura para producir, esta debe estar oportunamente disponible. Si se necesita educación y conocimiento del elemento humano, debe también ser oportuno y del nivel requerido. Si se requiere marco jurídico que respete esa inversión, producto del esfuerzo, también debe estar disponible.

Conociendo que es una realidad la presencia en cualquier sociedad de una parte de miembros no habilitados para sumar a la capacidad productiva, pero necesitados de bienes y servicios, el dilema entonces deriva hacia la necesidad de optimizar el beneficio de la capacidad productiva real de una sociedad. (Según la CEPAL en 2021 82 millones de habitantes se encontraban en pobreza extrema)

Bajo la pragmática consideración que una sociedad con mayor capacidad de producción tiene mayor probabilidad de ser sostenible y crecer, nace como apoyo, la introducción de

SUBSIDIOS (Oxford)

  • Nombre masculino.
  • Ayuda económica que una persona o entidad recibe de un organismo oficial para satisfacer una necesidad determinada.
  • «subsidio familiar»

La utilización de subsidios se dirige a la superación de la posible inhabilidad de sumar capacidad productiva de miembros de la sociedad, incorporándolos como demandantes de bienes y servicios, que así pueden sufragar con esos subsidios. La dificultad estriba en que esos subsidios deben, cual tratamiento temporal, dar paso a la incorporación como entes productivos, a los receptores de la ayuda. Si el subsidio se convierte en permanente, sin generar mayor capacidad productiva se convierte en una carga, en un costo adicional no recuperable. En otras palabras, el subsidio deja de ser una inversión para convertirse en un gasto con característica de sobre costo del aparato productivo.

La pandemia recientemente superada es un ejemplo a nivel mundial del del funcionamiento. Ante la caída obligada de la capacidad productiva y por ende de la capacidad de generar beneficios a los trabajadores, la mayoría de los estados recurrió a los subsidios para compensarla. La permanencia de los subsidios en algunos países, por un tiempo o monto mayor al útil, derivó en inflación ya que parte de la fuerza laboral, con esos subsidios se incorporó a la capacidad de demandar bienes y servicios, pero se empezó a incorporar a la producción de bienes y servicios a un ritmo menor. En países donde se logró la aplicación de subsidios solo el monto y tiempo necesario para arrancar de nuevo la capacidad de producción, no se sufrió tanto el impacto inflacionario y en el crecimiento.

Otro ejemplo y no asociado directamente a la pandemia, lo tenemos en algunos países que decidieron como mecanismo para lograr la “justa igualdad” de los miembros de su sociedad, recurrir simultáneamente a la distribución casi que indiscriminada de subsidios, a la vez que, a la desincentivación a la capacidad productiva, mediante el acoso económico y destrucción del aparato productivo al considerar a sus actores como enemigos ideológicos y culpables de la desigualdad. Todavía se puede recordar a los receptores de subsidios gastándolos alrededor del mundo.  El porcentaje de inflación alcanzado se mide por miles, en lo que considero como SUICIDIO ECONOMICO de una sociedad.

Además de lo solamente conceptual de la aplicación de los subsidios y como aspecto complementario, que puede ser objeto de análisis especifico, se pude considerar los factores del funcionamiento asociados a controles, montos, mecanismos de distribución, reglamentación, oportunidades de desviación y corrupción asociada, que los hacen más onerosos y contribuyentes al suicidio.  

Bien utilizados los subsidios pueden ser combustible que incentive la chispa del deseo de superación y mejora en el nivel de vida de los miembros de la sociedad y ayude a mantener la capacidad productiva. Así realmente pueden ser considerados como inversión, medible, cuantificable, no etérea o de solo intención.

Exijamos a nuestros legisladores la definición y cálculo de rentabilidad como cualquier inversión, a cualquier introducción de un subsidio. Tenemos experiencias dolorosas por no haberle hecho.



Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.


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