VALORES – ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO III – N° 119.
Esta mañana en un programa sobre inversiones de una cadena internacional, el presentador que usualmente maneja estos temas con términos especializados, decidió utilizar un ejemplo que me gustó por lo ilustrativo, sobre aspectos como ahorro, disciplina y gasto. Mostraba en el ejemplo, cómo alguien amante del café puede satisfacerse y tomar 3 cafés al día, o decidir tomar solo 2 y ahorrar el monto del tercero. Al cabo de 40 años, si cumple su propósito, habrá acumulado un monto significativo para dedicar a un fin específico.
El ejemplo me gusta porque hace pensar en más de un aspecto. Uno de ellos es el relacionado con los conceptos de “Gasto e Inversión”. Si se entiende la inversión como la dedicación de recursos a un bien u obra perdurable (activo), que permita mejorar la capacidad de generación de ingresos, es de comprender la importancia de balancear entre gasto e inversión como mecanismo para lograr la sostenibilidad de cualquier empresa. Pensando en forma macro, para las sociedades la solución al compromiso entre vivir consumiendo recursos y la inversión para cuidar la naturaleza que los proporciona, es lo que puede garantizar o no un futuro a la humanidad.
Otro aspecto es el relacionado con el propósito que se forma la persona del ejemplo, de destinar un monto determinado a un fin especifico en un momento dado en el tiempo. Disponer de una suma considerable en 40 años. Muy probablemente el propósito está relacionado con tener mejores condiciones de vida a futuro, aumentar su capacidad de gasto, o disminuir el esfuerzo para generar los ingresos requeridos en ese momento. ¿Algo parecido a un fondo de retiro?
También y no menos importante, es el concepto de disciplina asociado a cumplir el propósito y alcanzar el objetivo. En el ejemplo, el mecanismo para cumplir el propósito es acumular en forma sistemática, diariamente, una pequeña suma, dejando de incurrir en un gasto. Dicho de otra forma, parte del resultado del esfuerzo diario para generar ingresos, se dedica a acumular para una potencial inversión futura.
Considerando el ejemplo simple pero ilustrativo, viene a la mente la importancia de definir OBJETIVOS. Las empresas parten de una visión. A partir de allí se definen unos objetivos concretos en el tiempo y unos pasos para alcanzarlos. Con su esquema organizacional, establecido como parte de los mecanismos para lograr sus fines, define las responsabilidades de cada unidad y colaborador en cascada, junto con los mecanismos de medición y compensación para lograr el trabajo de todos con un propósito común. El verdadero propósito de alcanzar los objetivos se manifiesta con la voluntad de todos de cumplir los pasos para lograrlo, aplicando el esfuerzo requerido.
Si aceptamos la acepción que habla de DISCIPLINA como la “manera ordenada y sistemática de hacer las cosas”, podemos asociarla a una forma de tratar de alcanzar un resultado. Es un medio para alcanzar un OBJETIVO, independientemente si este es “correcto”. Hay múltiples ejemplos de la vida real que demuestran cómo grandes golpes, desfalcos o crímenes, han sido planificados y ejecutados ordenada y sistemáticamente. Sin embargo la DISCIPLINA se toma como algo positivo, porque se relaciona con la capacidad de controlar acciones o impulsos que desvíen a los individuos del camino hacia un objetivo, y que ser disciplinado no es un fin en sí mismo, es un medio.
Extrapolando, podemos pensar en la sociedad y sus individuos. También la sociedad como un todo, se tiene que fijar unos objetivos partiendo de la visualización de su futuro. Aspectos tales como La Educación, La Salud, La Seguridad, La Alimentación, son claves en esa visualización. Tratar de definir indicadores que les den valor a esos aspectos, es un paso para la fijación de objetivos a mediano y largo plazo. Niveles de alfabetización, Expectativas de Vida, Ingreso por Persona, Calorías consumidas por habitante, pueden ser ejemplos de indicadores para una sociedad.
Uno de los retos para una sociedad, parece ser el lograr la comunidad de objetivos, en medio de intereses diversos individuales o grupales, que se anteponen en muchos casos al máximo interés que debe ser el de la mayoría y que está asociado con su supervivencia.
Otro de los retos parece ser el de la DISCIPLINA de los componentes de la sociedad, como hábito de vida. Para ilustrar un poco este reto, conviene hablar de un aspecto importante, el TALENTO. Si se toma la definición etimológica “dotes naturales que deben aprovecharse, aptitud”, o la que se relaciona con “saber, querer y poder” que indica la RAE, podemos pensar que el talento es algo que se tiene, aunque no es invariable. Puede disminuir o perderse con el tiempo, o con el mal uso, aunque también puede mejorarse si se trabaja sistemáticamente en ello. Ejemplos sobran, Deportistas, Artistas, Profesionales o Artesanos con habilidades que, incrementadas con la práctica, el perfeccionamiento y aprendizaje sistemático, o desperdiciadas por el mal uso, muestran claramente sus consecuencias. ¿Cuál es la diferencia entre una y otra situación? La DISCIPLINA. Esa manera ordenada y sistemática de hacer las cosas con un fin y que, si no se tiene, hace muy difícil capitalizar los talentos.
Por otra parte, la disciplina puede obtener resultados destacables en muchos aspectos, aunque no se posean dotes naturales asociadas, o inclusive se tenga limitaciones. Ejemplo, los juegos paralímpicos, donde participantes con limitaciones, logran resultados muchas veces muy superiores a los que algunas personas con talentos no alcanzan.
Pensando en forma macro y como una ilustración final, podemos pensar en los países y sus recursos naturales (¿TALENTOS?) Se puede hacer una lista de países con muy pocos recursos o “riquezas” naturales, con sociedades prósperas. Por otro lado, conocemos también y muy de cerca, países plenos de esos recursos naturales y con sociedades prácticamente en la indigencia.
Para una sociedad es clave que todos sus miembros, trabajen en forma sistemática para alcanzar los objetivos. Unos objetivos definidos y que representan el bien de las mayorías.
La verdadera riqueza, no son los “TALENTOS”. Ni como individuos, ni como sociedad La verdadera riqueza viene dada por la capacidad de capitalizar el esfuerzo, canalizándolo hacia el bien común. Construyendo, y NO, destruyendo futuro. El orgullo de una sociedad y sus individuos no pueden ser las “dotes naturales”. La DISCIPLINA para construir, es el VALOR del cual enorgullecerse, si se practica.
Solo se puede llegar al bienestar y sostenibilidad de nuestras sociedades, con la suma del esfuerzo colectivo en un propósito uniforme, cumpliendo cada quien, con sus responsabilidades y obligaciones, neutralizando a quienes reman en sentido contrario por intereses malsanos, e incorporando a aquellos que se convierten en carga por desinformación o desconocimiento
¿Cree Ud. que Noe salvó la humanidad por su habilidad natural para nadar? ¿o por la DISCIPLINA para construir y aprovisionarse?

Bogotá – Colombia
