ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO IV – N° 192.-
Escuchaba en estos días un video motivacional que hablaba del tiempo de nuestra vida y de lo que deberíamos hacer con él. También he oído que, si descontamos el tiempo de descanso y el tiempo de trabajo, solo tenemos un tercio de nuestra vida para disfrutarla y ser felices.
El tiempo en forma de 24 horas al día, es lo que todos los seres humanos tenemos igual como recurso. Algunas cuentas: Si medimos el tiempo en horas como unidad ante la posibilidad de disfrutarla o desperdiciarla, qué podemos encontrar. Una persona que viva 80 años tiene 700.000 horas. Si de estas horas dedicamos una tercera parte al descanso y si consideramos los 18 primeros años de vida como de formación básica y no responsabilidad por nosotros mismos el remanente es de unas 350.000 horas.
Si tomamos en cuenta las consideraciones anteriores estas serían las horas para disfrutar la vida siendo feliz y haciendo lo que deseemos, sin detenernos en pequeñeces, o discusiones, o malos momentos que empañen esa felicidad.
He oído definiciones famosas como la de John Lenon “La vida es lo que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes”. También las sugerencias de muchos analistas del comportamiento y guías, de hacer lo que quieras o disfrutes porque la vida es muy corta y no debe desperdiciarse sin disfrutarla. Se debe disfrutarla intensamente y entre más temprano mejor, según esos asesores.
Sabemos según los expertos en la salud que el stress causa daños a la salud y hasta la muerte. ¿Debería entonces ser aconsejable para la búsqueda de la felicidad, la absoluta despreocupación por el mundo que nos rodea, porque nos puede causar stress, desagrado, o frustración por ser una tarea más allá de las posibilidades individuales el cambiarlo?
Por otro lado, imaginemos por un momento que en la soberbia humana no cabe, por no demostrable con nuestro conocimiento actual, la existencia de una vida futura. ¿Como tal, nada que sea trabajar para algo posterior a la muerte debería dar felicidad? En esta línea de pensamiento, el alcanzar en el menor tiempo posible el poder máximo de someter a los demás a nuestra voluntad y designios sin importar el método, y sin que alguien se interponga en mi camino ¿debería ser el sumun de la felicidad? ¿Hacer a los demás infelices debería hacerme feliz si me ayuda en esa búsqueda del poder absoluto?
A riesgo de parecer contracorriente, por cuanto entiendo que estamos hablando de aspectos subjetivos, aunque asociados a temas transcendentales, pero sin el temor de pensar diferente por caer en desgracia ante lo “políticamente correcto” o “publicable” para obtener “likes”, creo que, como decían mis ancestros, “todos los extremos son viciosos”
Aceptar el reto y “sacrificio” de estudiar e investigar para aprender. Un buen debate de ideas. Obtener en buena lid y con esfuerzo metas profesionales. Sobresalir en el ambiente laboral, trabajar duro con tesón y disciplina para dejar huella y trascender, mantenerse física y mentalmente ocupado ¿acaso no pueden ser fuente de felicidad personal?
Creo que el aspecto importante es desarrollar una actividad en nuestro tiempo útil estimado de vida, que a la vez nos permita, ser felices con lo que hacemos y trascender en nuestra comunidad
Podemos inferir que uno de los aspectos importantes para lograr los objetivos es el propósito. Claridad de propósito que nos impulse cual motor, para trabajar en forma disciplinada y lograrlo. Sin embargo, trascender no es tampoco suficiente. Puedes dedicar tu vida en forma disciplinada con objetivos claros y propósito para lograrlos. Muchos hampones, malvivientes, fueron disciplinados para lograr sus objetivos y han pasado a la historia por el mal que han hecho a la humanidad. En este momento tenemos ejemplos vivientes de estos especímenes que trascenderán por el daño causado hasta ahora y que aparentemente los hace felices. El siguiente componente es entonces, además del propósito, la orientación de los objetivos. Estos objetivos podrían estar orientados a servir a los demás.?
Me parece que no son excluyentes, por el contrario, creo que se complementan, la búsqueda de la felicidad y la orientación a servir. ¿Acaso no es eso lo que pregona la gran mayoría de líderes aspirantes al favor y reconocimiento de su sociedad?
Creo que es posible buscar la felicidad con claridad de propósitos que nos den la disciplina y tesón para cumplir objetivos, orientados estos a servir a la humanidad, disfrutando el proceso y trascender por ello.
Cada uno de nuestros descendientes va a tener alrededor de 400.000 horas para lograrlo. ¿Mucho o poco tiempo? Depende a su vez de cuanto desperdicie, cuanto aproveche, de los modelos que lo rodeen y le transmitan sus potenciales fuentes de felicidad. De cuánto se nutra de modelos con estas características, o de cómo le ayuden en la etapa temprana de formación sus antecesores, nosotros, que entre otras cosas debemos sembrarle la inquietud de continuar la labor para logar una cadena virtuosa de crecimiento, donde cada quien entregue la posta, más alto que su antecesor.
Parece no solo loable sino también importante. ¿Es posible?
Creo que en estos momentos donde podría haber mucho espacio para la desazón y el pesimismo, si es posible.
Creo que la “oportunidad de transcender”, tomándola con una actitud positiva, está empezando a hacerse presente en nuestros días, probablemente como resultado del aprovechamiento de las oportunidades de éxito, no sin esfuerzo, que está presentado la sociedad, en su creación permanente de necesidades o demanda por satisfacer.
Según la revista Forbes el número de multimillonarios (propietarios de miles de millones de U$) ha venido creciendo notablemente hasta alcanzar en 2021 un pico: 1125 en 2008, 1426 en 2013 y 2755 en el 2021. Es notorio como ha aumentado el número de emprendedores exitosos en los últimos años.
También son notorias las declaraciones recientes de empresarios clasificados en estas grandes ligas de exitosos, comprometiéndose a donar en vida parte de su fortuna, a través de fundaciones sin ánimo de lucro y con objetivos concretos de apoyo a causas loables.
Desde el 2012 se ha constituido una campaña (The Giving Pledge) que ya tiene la firma de un buen número de estos multimillonarios comprometiéndose a donar parte importante de su fortuna.
Esta acción no es exclusiva de Norteamérica. En Suramérica ya también hay muestras de empresarios comprometidos con causas benéficas y con fundaciones activas.
¿Cuál es el aspecto positivo de este movimiento que estamos observando? Se trata de administradores con experiencia haciendo exitosas sus empresas, en otras palabras, a hacer crecer su patrimonio. En la medida que este conocimiento y actitud se haga extensivo a las fundaciones creadas con sus aportes y supervisión, se podrán hacer sostenibles y con capacidad de impactar positivamente con el cumplimiento de los objetivos sociales que promueven. Creo que es una oportunidad que debemos cultivar considerando la experiencia exitosa de los fundadores y aportantes a estas causas.
Crecen y trascienden no solo como capitanes de empresas exitosas bajo su dirección sino también como preocupados por el crecimiento de la sociedad que les ha permitido su desarrollo. Sus fortunas aseguran a sus generaciones dependientes su bienestar, pero además capacidad para multiplicar su impacto positivo en la sociedad que los rodea, razones más que valederas para su trascendencia luego de su desaparición física, como parte de la felicidad de SERVIR con orientación a resultados y no solo como un administrador pasivo sin incentivos para el compromiso, diferentes a su salario como es lo que se le pide a la administración pública de esos capitales.
Incentivemos a nuestros empresarios al éxito y al compromiso con las comunidades futuras, con orientación real a resultados positivos, como reemplazo al estado administrador y distribuidor, con su costo mayor y menor eficiencia.
Un buen comienzo es la publicación permanente de estos compromisos de nuestros empresarios como noticias favorables y no como la necesidad de aplicación de cargas como derecho adquirido del resto de la sociedad sobre sus éxitos. Pienso, probablemente a contracorriente, que los intereses de la sociedad en general están mejor defendidos como capitales y propiedad privada, que como bienes públicos administrados por mandatarios no propietarios. Parte de la formación de nuestros descendientes para la búsqueda de la felicidad, debe ser promover en ellos el propósito de servir a la sociedad, siendo emprendedores exitosos y no solo los administradores de los impuestos. Démonos a la tarea de formar emprendedores orientados a servir, que se conviertan en líderes naturales por su rol.
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