GABRIEL DOMINGO IRWIN A. – EL CANDIL – AÑO IV – N° 196.-
Hay personajes que marcan huella indeleble en la memoria, bien a nivel personal o de manera colectiva; en este caso el personaje en referencia atrae recuerdos en ambos niveles.
Corría el año de 1.966, era apenas un niño de diez años, cuando un día domingo muy temprano, desperté como siempre, con la música que todos los fines de semana mi padre colocaba en su tocadiscos, usualmente melodías de todo tipo de género, pero ese día una hermosa música llenó mis oídos y me llamó la atención significativamente, primera vez que la escuchaba, ¿Quién canta? le pregunté a mi padre, Tito Rodríguez un cantante puertorriqueño acompañado de la orquesta de Lee Roy Holmes, me respondió. Efectivamente escuchaba el tema ¨Inolvidable¨ del compositor Cubano Julio Gutiérrez, me pasó la caratula del disco, Tito Rodríguez with love, editado en 1.964, donde podía apreciarse a una persona de rasgos latinos, impecablemente vestido, un disco con una selección de temas románticos exquisitamente arreglados para ser interpretados por este gran cantante.
En la vida hay amores
Que nunca pueden olvidarse
Imborrables momentos
Que siempre guarda el corazón
Porque aquello que un día nos hizo
Temblar de alegría
Es mentira que hoy pueda olvidarse
Con un nuevo amor
A partir de ese momento, este joven atrapado por la corriente del Rock y los Beatles se convierte en admirador de toda una leyenda de la música tropical caribeña
Hablar de este personaje requeriría una extensa reseña, pero podemos mencionar que su nombre de pila era Pablo Tito Rodríguez Lozada, nace en el popular Santurce, Puerto Rico, el 4 de enero de 1.923, por lo tanto, estamos celebrando el centenario de su nacimiento.
Junto a su hermano Jhonny incursiona desde muy joven con reconocidas agrupaciones, tales como: El Cuarteto Mayarí, luego El Marcano, Orquestas de Eric Madriguera, Xavier Cugat, José Curbelo y Noro Morales.
Organizó su propia orquesta Los Diablos del Mambo, pero tuvo que prestar servicio militar, retomando la actividad artística en 1.952, para ese entonces, Nueva York es la meca de la música latina y es en el famosísimo Palladium Ball Room donde a punta de Mambo, Cha Cha Cha y Charangas deja imponer su calidad y tiene su gran rivalidad artística con la gran Orquesta de Tito Puente. Sin embargo, un comentario casi obligado del público; hacer referencia a sus magistrales interpretaciones de Boleros, con su particular estilo, fraseo y personalidad. Según muchos de sus músicos, dirigía y hacia sus propios arreglos para la música romántica a pesar de su limitada formación musical. En Nueva York era reconocido por contratar los mejores músicos y quien mejor los remuneraba.
Según reseña el gran periodista y escritor Cesar Miguel Rondón en ¨El libro de la salsa¨, página 39: ¨En 1963 Tito Rodríguez trajo nuevamente a Venezuela a su orquesta y arrasó en los carnavales de ese año y publicó un disco titulado en Puerto Azul. Meses después regresó al país y tocó por última vez trayendo unos músicos extraordinarios, entre otros, como Israel Cachao López (Contrabajo), Marcelino Valdez (Tumba), René Hernández (Piano), Bobby Porcelli y Mario Rivera (Saxos), Víctor Paz (Trompeta)¨.
Su disciplina en ensayos y autoexigencia garantizaba un espectáculo de calidad en todas sus presentaciones.
De regreso a Nueva York a finales 1.963 decide dedicarse exclusivamente al Bolero donde volvió a ratificar contundentemente su calidad interpretativa dentro del extenso cancionero romántico del continente.
Sus grandes Boleros: Llanto de luna, Cómo, Me faltabas tú, Tiemblas, Lo mismo que a usted, El pañuelo, Ya son las doce, SI te contara y su siempre recordado Inolvidable, entre otros.
Nos queda su legado musical para siempre. Tito Rodríguez, hoy centenario, ¡El inolvidable!