ÁNGEL ALBERTO BELLORÍN – EL CANDIL – AÑO V – N° 218.-
Hace pocos días, a los 97 años falleció Alain Touraine, uno de esos últimos autores seculares que vale la pena leer. Más allá de haber pertenecido a ese pasticho que han llamado » progresismo”, e identificado también con la moda de finales del siglo pasado que se denominó «Postmodernismo», en su aporte como sociólogo liberal, a mi humilde parecer (sin pretenderlo), Touraine es sucesor por excelencia de la obra de Ayn Rand.
Uno de esos contados autores que, sin medias tintas, utilizaron su intelecto para dejar desnuda la conducta humana egoísta, vil y despojada de ética que resulta de tener un «Pensamiento totalitario».
Autores que marcaron pauta al hacer sus observaciones y obras con una destreza magistral que solo es posible obtener cuando se logra sintonía entre el verdadero intelecto y la incuestionable probidad de esa intelectualidad.
En tres de sus obras que conocí y obtuve desde el año dos mil cuando fui alumno de un doctorado en educación, se evidencia como el autor demuestra con precisa claridad, que la acción política de contrarrestar la sinrazón del totalitarismo tenía que ser necesariamente subordinada a una racionalidad orientada a la creación y producción
En este sentido, esa racionalidad debía ser autónoma, oportuna, pertinente y nunca reducirse a una ideología cualquiera al servicio de intereses individuales. Eso irremediablemente fortalecía el totalitarismo en cualquiera de sus manifestaciones latentes en todo ser humano.
En verdad no he leído ni investigado a profundidad si en sus últimos años el sociólogo francés ganador en el 2010 del premio Príncipe de Asturias hubiere opinado en forma precisa sobre el problema del totalitarismo en Venezuela. (es una tarea pendiente para mí); pero, sin ninguna duda, la vigencia de su pensamiento es directamente aplicable al estudio de la crisis que hundió a Venezuela desde antes de la llegada al Siglo XXI.
Sin entrar en muchas profundidades epistémicas, el centro de cualquier debate sobre el tema se puede resumir en el pequeño párrafo que encontramos en la solapa de la edición de un libro que reposa en mi biblioteca. ¿Qué es la democracia? De allí Cito:
“La democracia no puede reducirse a la desaparición de las dictaduras militares. Pienso que los valores morales deben regir la organización social. Debemos reencontrar nuestro papel de creadores, de productores, y no solamente de consumidores. En América Latina la economía de mercado no garantiza por sí misma el desarrollo ni la democracia.” (Fondo de Cultura Económica, 1995)
El párrafo citado es todo un poema que, sin pretenderlo, nos pasea por aquella obra de Adam Smith, “Teoría de los sentimientos morales” necesaria de leer para poder entender su obra posterior y cumbre, publicada a finales del Siglo XVIII; me refiero a ese clásico titulado “La riqueza de las naciones».
Sin embargo, en lo particular ese párrafo me acercó más a aquella enjundiosa y valiosa obra de Ayn Rand,» La Rebelión de Atlas» que en el mes de enero de este año comencé a releer una vez más.
Cualquiera que se hubiese atrevido a leer la Rebelión de Atlas, de inmediato se hace cómplice y participe de las motivaciones de John Galt para dirigir aquella singular rebelión contra la mediocridad enquistada en una sociedad, en su gobierno y, sobre todo, en sus injustas leyes.
Una rebelión con indiscutible bases morales e irrefutables fundamentos lógicos. Muy propicia su revisión en una época actual dónde la lógica y la ética están proscritas del debate público y por supuesto de su importancia en la aplicación como reguladores de la conducta social.
En muchas oportunidades, de esa obra de Rand recomiendo disfrutar el contenido del llamado «Discurso del dinero» pronunciado por el personaje Francisco D Asconia. Sin duda, su parecido a la situación actual de Venezuela, lo motivará a leer la Rebelión de Atlas.
Volviendo al párrafo citado del texto de Alain Touraine, es tan grave nuestra situación que cuando analizamos el fondo esencial de esa cita, debemos necesariamente concluir que, en Venezuela, a estos 24 años de instalado el totalitarismo más destructivo del siglo XXI.
La clase política opositora y gran parte de la sociedad, se muestran incapaces de producir ideas propias, con validez universal para contrarrestar desde la ética de la lógica, la sinrazón planteada e impuesta por el gobierno y sus cómplices activos y pasivos.
Sin ninguna duda, se puede apreciar que en materia de bienes materiales necesarios para la subsistencia como nación y como Estado, soberano, Venezuela es un país que produce menos de lo básicamente requerido.
Sin embargo, la sociedad sigue siendo consumidora de bienes, en su mayoría importados, ante una alarmante y creciente incapacidad de acceso a su adquisición.
Pero lo más grave se evidencia en la producción de ideas válidas desde la racionalidad elemental. Allí tampoco existen dudas que, como sociedad, consumimos «sin masticar» los que otros dicen o escriben.
Es frustrante observar cómo desde esas opiniones ajenas, muchas personas construyen cómodas trincheras paradigmáticas, sazonadas por la pereza intelectual y la necesaria justificación de sus gríngolas a partir de torpes falacias.
Lo observo y lo sufro al leer las respuestas y posturas públicas de tanto político de oficio y profesionales que hace tiempo perdieron el norte. Ya en el año 2010 alerté sobre el fenómeno escribiendo un sarcástico artículo publicado en algunos medios impresos, cuando todavía se leían. Le coloque por título «Las ventajas de la mediocridad»
De aquel escrito y para finalizar, rescato este párrafo.
» Solo con autonomía de criterio y fortaleza de espíritu se deja de pensar con la cabeza de los demás. Al ser esto muy complicado, muchas personas preferirían opinar: “¿Para qué luchar contra la corriente?, ¡la vida es una sola y hay que vivirla sin problemas!, la felicidad está en la comodidad y pensar mucho agota la mente. Lo importante es llegar a las metas, no importa cómo; al final, los héroes y los santos están completos y bien muertos y la historia la escriben los vencedores. ¡Más vale jalar mecate en la sombra que escardilla en el sol!
Para ellos, ser mediocre aporta muchas ventajas». (Ángel Bellorín. Caracas 2010)
Fin de la cita.
Caracas 12 de junio del año 2023.
Ángel A. Bellorín
Coronel Retirado del Ejército Venezolano. Abogado Magna Cum Laude. Lic. en Ciencias y Artes Militares. Magister y Doctor en Derecho Constitucional. Estudios Doctorales en Educación y en Seguridad y Defensa. Profesor Titular en institutos de postgado de la Universidad Militar y Universidad Simón Rodriguez.