Un coctel y su precio

ÁLVARO RAMÍREZ – EL CANDIL – AÑO V – N° 209.-


Es un hecho que la llegada y posicionamiento de las redes sociales ha impactado tal vez irreversiblemente, el manejo de la información y la forma de comunicarnos y hasta convivir. Como en la mayoría de los inventos de los seres humanos es conveniente ver el balance. El invento de la pólvora, el motor de combustión, el automóvil, el invento de la energía nuclear, el invento de la imprenta, penicilina, fertilizantes, plásticos etc. Todos ellos han significado avances y grandes cambios a la humanidad, aunque también cada uno ha traído impactos negativos en algunos casos muy difíciles de evaluar para establecer el balance y resultados con el tiempo. Ejemplo muy importante, ¿sobresaliente? es el de los plásticos y el uso del motor de combustión y la energía fósil. Hoy queremos eliminarlos completamente ante la amenaza de hacer el mundo invivible.  Hay quienes se atreven a decir que se deben eliminar ya, aun sin solucionar el problema de sus sustitutos.  

Independientemente que sea posible a corto plazo o no, la sola eliminación de los motores de combustión interna y su remplazo por motores eléctricos, en los vehículos, trae unos cambios que casi no imaginamos. ¿Disminuirá el número de vehículos al disminuir su necesidad de mantenimiento? ¿Disminuirá el número de accidentes de tránsito y muertos asociados, al tener carros eléctricos que se manejan solos y se conectan con semáforos, señales y hasta peatones u otros vehículos?

Cual será el balance de la introducción masiva de las llamadas “redes sociales”. ¿Cuál pensamos que iba a ser su evolución cuando se empezó a introducir los correos electrónicos? ¿Las imaginábamos en algún momento como están hoy? ¿Habremos aumentado, la velocidad en el ciclo de introducción, desarrollo, madurez y preocupación por el uso racional, que ha surgido con otros inventos?

El balance, que ya hemos visto que parece difícil cuando se trata de otros inventos, se nos complica más cuando pensamos en las redes sociales y su manejo, considerando la velocidad de desarrollo de otros avances asociados como la inteligencia artificial, el incremento exponencial de la capacidad de almacenamiento, la velocidad de transmisión, etc.  

¿Alguien pensó algún día que nos empezaríamos a intoxicar con bolsas plásticas? ¿Podríamos empezar a preguntarnos si llegaremos a intoxicarnos con las redes sociales?

El problema adicional, a diferencia de otros inventos y cambios transcendentales, es que las redes sociales envuelven algo que, aunque parezca que no se debe considerar en análisis pragmáticos, es imposible de descartar: La presencia de “sentimientos” al utilizarlas.

Esos sentimientos indudablemente se asocian a “valores”. Las redes definitivamente están causando un impacto en el manejo de los “valores” de los seres humanos.

Al hablar de las redes sociales empezamos a hablar de un coctel de sentimientos, valores y actitudes que rodean cualquier comunicación tanto de parte del emisor como del receptor.

Pudiera pensarse que las redes sociales son la máxima representación real de la libertad de expresión democrática. A diferencia del pasado, con esta herramienta es posible imaginar que cualquiera puede manifestar su opinión con un altavoz que puede llegar prácticamente a cualquier rincón del mundo. También las redes hacen posible que desde la soledad o intimidad de cada uno y en forma prácticamente anónima, pueda manifestar sus sentimientos a todo el mundo, difundir información falsa, propaganda engañosa, y hasta incitar a cometer delitos sin otra limitante que su mente, y por el contrario con complejos alicientes.    

Hace un par de años la utilización de las redes como herramienta para atacar la sede de uno de los poderes del estado en el país más poderoso de la tierra, ya hizo pensar y hasta tomar algunas acciones por parte de actores con la capacidad circunstancial de hacerlo, como empresas privadas que han acordado un servicio dentro de un marco contractual, con la consecuente polarización de la sociedad sobre el tema.

La reacción de muchos medios de comunicación establecidos y tradicionales, que aparentemente podrían estar en peligro ante la proliferación del uso de las redes sociales, ha sido de adaptación. Muchos programas de opinión, comentarios y variedades se están basando en “investigaciones” de las redes sociales. Es muy común que en los programas se citen y presenten como prueba, mensajes, videos o audios, sin la rigurosidad a que antes estaban éticamente comprometidos los medios. Se ha estado adoptando ahora el “valor” que, “si muchos o la mayoría, opinan de una forma, debe ser verdad”. Así generan un ambiente propicio para la proliferación y “autenticación” de noticias falsas.  (fake news). También se está generando un ambiente propicio para “hurgar” o promover “hurgar” (a veces hasta por interés de las pretendidas victimas) en la vida privada de las personas. Derrumbándose el velo cada vez mas delgado del respeto por la privacidad, por los niños y en general por la vida de los demás, al ponerlos en peligro o someterlos al escarnio y el “bulling” cibernético.

En las últimas semanas se han presentado hechos que indudablemente con las redes sociales han alcanzado niveles de interés, respuesta y adopción de actitudes, que despiertan seguramente inquietud por su alcance y tratamiento: La “exaltación” de la capacidad de facturación independiente del costo y daño para otras personas, incluidos niños. La consagración de la oportunidad e importancia de la divulgación y presentación de hechos destructivos, malsanos y lamentables como la grabación de una masacre registrada por el propio actor principal que, en medio de su locura, le da importancia a esa oportunidad de divulgación que le da el registro de su acción. La divulgación y generación de todo tipo de comentarios a fotografías de personajes importantes alteradas con inteligencia artificial. La utilización con conocimiento, de condiciones médicas de personas para crear la polarización malsana alrededor de situaciones familiares, con el fin de aumentar el rating.   

No quiero imaginarme si se crea desde el estado, la prerrogativa de censura a las redes sociales, considerando entre otras cosas, que se han convertido en herramienta de trabajo para muchas actividades productivas o de “diversión”. Sin embargo, es un hecho que se está llegando a legalizar la captación de la atención y la publicidad y facturación asociada, acudiendo al morbo de buena parte de la población. En otras palabras, utilizando y validando los aspectos que ya parecen inherentes a la condición humana a pesar de su degradación con ello (Morbo: del latín “morbidus”, enfermo. Atractivo que despierta una cosa que puede resultar desagradable, cruel, prohibida o que va contra la moral establecida)

¿Estaremos llegando en esta ocasión mucho más rápido que en otros inventos, a la necesidad de evaluar si debemos seguir utilizando en la forma que hemos venido haciéndolo, estas herramientas? ¿No habrá llegado la hora de buscar y multiplicar la utilización de las redes para exaltar los aspectos positivos de la humanidad, que los tenemos y no, las “enfermedades”? No podremos encontrar cosas a divulgar que igual ayuden a facturar pero también dejen un impacto positivo en la sociedad, especialmente fortaleciendo los valores, tan importantes para evitar el deterioro progresivo y la conversión acelerada del mundo en un lugar no solo inhabitable físicamente, por aspectos físicos como el cambio climático, sino también y de pronto a menor plazo, por la imposibilidad de convivir por el incentivo que le damos a nuestras flaquezas y debilidades asociadas a aspectos éticos? ¿Será que como humanidad somos incapaces de utilizar aspectos tan importantes y atractivos como el libre albedrio y la libertad de expresión, para vivir cada vez mejor y no cada vez más, precaria e irracionalmente?

Evitemos hacer eco y promover el morbo. Empecemos a dar likes y apoyemos divulgando, las buenas noticias, los buenos proyectos, las iniciativas de emprendimiento, las pruebas de valores, la suma de esfuerzos. La inversión puede ser a mediano plazo, pero pudiera aun ser a tiempo si la convertimos en exponencial, con la fuerza que dan las mismas redes. ¿Nos sentiríamos tranquilos y confiados en el futuro de nuestros hijos y descendientes, si aceptamos como inevitable que van a formar parte de una sociedad donde mayoritariamente se exalte y premie el morbo y lo que factura?

Hoy en día el coctel parece atractivo con la facturación, el morbo, la facilidad de juzgar a otros en el anonimato sin responsabilidad y la capacidad de llegar a muchas personas. Sin embargo, el precio del coctel parece un poco alto. ¿No podemos evitar algunos ingredientes cambiándolos por otros?  



Álvaro Ramírez

Ingeniero Industrial con entrenamiento en USA, England, Holland, UCLA, Penn State y Michigan.  Gerente de logística de bienes y servicios operaciones y proyectos en Shell de Venezuela, Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), Petroquímica de Venezuela, S.A. (PEQUIVEN), BARIVEN, y Canadian Oíl Company de Colombia. SEO PROCURAMOS, proyectos, consultoría y asesoramiento internacional.  


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